Por Ana Belén Mármora

Medios gráficos que imponen una agenda perversa, la televisión que la replica en toda
su programación: novelas, noticieros y magazines, shows de stand up que denigran a
los “provida”, influencers que promocionan el aborto legal en sus redes como si fuera
un “canje” más, actrices que poco entienden de acompañar la maternidad vulnerable
pero que se autoproclaman como expertas en salud pública y se embanderan detrás de
un pañuelo verde, colegios y universidades que adoctrinan; y un desafío épico en este
nuevo siglo: ser jóvenes provida.
Hay días en los que el panorama es desalentador. La propuesta del mundo seduce
especialmente a la juventud y nos ofrece ser parte de la cultura del descarte que
irrumpe en nuestras vidas para cegarnos con modas pasajeras y placeres efímeros
bañados de un individualismo extremo y de una falta de compromiso que nos vuelve
funcionales a los intereses de esa agenda. Y que en este último año ha logrado
especialmente que muchos de nosotros se agruparan bajo el canto de “aborto legal”,
incluso sin siquiera saber lo que conlleva esa práctica.
Nos usan. Lo hacen del modo más maquiavélico: nos adoctrinan en el aula, nos
mienten en las redes sociales y hasta en la serie que miramos; nos venden un paquete
de “derechos” que conquistar y buscan hacernos olvidar de lo más preciado: el valor de
la vida.
"la realidad que nos conmueve y nos reafirma que debemos luchar para erradicar el flagelo del aborto"
Sin embargo, hemos gestado y hecho nacer una nueva generación que con una mirada
crítica a esos oscuros propósitos se permite ir contra la corriente y es la gran rebeldía
de este nuevo siglo: la nueva generación provida.
Hemos asumido el desafío de llenar de color, canto y frescura estas nuevas batallas
que nos mantienen en velo, que nos invitan a involucrarnos con la maternidad
vulnerable, y que nos han dado un baño de realidad: necesitamos defender la vida de
las mujeres y los niños por nacer, porque todas las vidas valen.
Y de la realidad –que nos conmueve y nos reafirma que debemos luchar para erradicar
el flagelo del aborto- pasamos a la acción. Levantamos una ola celeste que crece: se expande y se fortalece en cada rincón del país. Llevamos nuestras convicciones a
todos esos ámbitos que buscan confundirnos.
Nos inquietamos. No nos callamos. No nos da lo mismo. Nos agrupamos. Nos
formamos. Movilizamos las calles y damos testimonio vivo en los medios de
comunicación. Nos comprometemos.
Los jóvenes ya no estamos dormidos. Somos el pilar de esta nueva gesta. Juntos
descubrimos que la Patria nos llamaba, que necesitaba a hombres y mujeres que no
tuvieran miedo de cuidar la vida. Sabemos que hay que actuar.
Y tenemos la convicción profunda de que nuestro compromiso es con las futuras
generaciones. Y por eso nacimos con fuerza. Y por eso, somos esperanza.
Me preguntan ¿cómo ser joven y provida en estos tiempos? y yo les digo: no tengan
miedo.
Ya nos lo decía San Juan Pablo II, seamos los centinelas del mañana, luchemos por un
mundo más humano, donde ninguna vida sea descartada, donde el vientre de una
mujer sea siempre el lugar más seguro para un niño por nacer.
¡Viva la vida!
¡Viva la nueva generación provida!